Que sí, que necesito el puto cajón de arena como todos los gatos, y tener el comedero y el bebedero siempre dispuesto para cuando me salga del culo y nunca mejor dicho. Pero luego tengo un montón de gastos. Que la vida social del gato actor es bastante intensa, que tienes que dejarte ver, que hablen de ti… Y si no te ven en los saraos lo tienes jodido. Ya no me llega para ir a las discos de moda, y encima han cambiado a los seguratas de las puertas. Estaba guay eso de que te conocieran y te hicieran pasar sin soltar un pavo y ver la cara de envidia de los tontos del culo que se quedan fuera. A las puertas de las jodidas navidades y voy a terminar el año en números rojos. Para variar. Y esto no puede seguir así.
El otro día llamé a los que me dieron el papel de los Whiskas, uno de mis mayores hits, y empezaron con el rollo de “Es que no veas cómo están las cosas... no nos llames, que te llamamos nosotros”. Les voy a llamar yo un día para decirles lo que pienso de ellos y de sus madres…
Así que me rebajé a llamar a los de la asociación esa contra el abandono animal. Ya sé yo que esa campaña les dio muchos réditos, que aunque sea gato no soy tonto. Y me vienen con que los nuevos gatos actores, con tal de currar se rebajan el cache hasta los límites de la pobreza, así que pasó el tiempo en el que se podía vivir de esto. Pues... algo habrá que inventar, joder. Puta navidad, puto fin de año...
Como siempre, afrontas la vida con una visión llena de optimimo ante las circunstancias, querido Obi Juan
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